jueves, 26 de abril de 2012

VAMOS A PASAR MIEDO: CLARA, LA FANTASMA


  ¿Conoces la moda espiritista? Son muchos los jóvenes, mayoritariamente chicas, que padecen la fiebre del más allá en sus años de instituto. Chicas populares, sociables, alegres... que durante una etapa son seducidas por el lado oculto, el más allá... Seguro que muchos de vosotros conocéis a ese grupo de jóvenes de vuestro instituto que se apartaron por un tiempo de los libros y las fiestas para experimentar si existe la vida después de la vida, si podemos contactar con los muertos...

  La historia que os cuento no me pasó a mí, pero sí a un grupo de chicas con las que estudié en el instituto, hace ya más de doce años, cómo pasa el tiempo... Las protagonistas de esta historia no vestían de negro, no escuchaban música siniestra, todo lo contrario, eran populares, rubias y que nunca se perdían ni una fiesta... No sé lo que les hizo probar, querer saber, pero sí conozco bien el miedo que padecieron durante un tiempo por esa curiosidad peligrosa... querían contactar con los muertos... y lo consiguieron...

  Cerca de mi instituto, había un parque al lado de las vías del tren. Sólo una valla separaba aquellos columpios de los raíles del tren. Estas cuatro chicas tuvieron una época rebelde y, en ocasiones, decidían no asistir a las clases y pasar el rato en aquel parque. A veces, era punto de encuentro con chicos de otros institutos con los que flirteaban como cualquier joven de esa edad, los dulces dieciseis...

  Me contaron que fue casi sin pensar, nada premeditado... en una de esas tardes de charla y risas en el parque, una de ellas comenzó a hablar del espiritismo. Dos de ellas no eran nada creyentes pero la otra chica escuchó con atención a su amiga y miró picaramente al resto. ¿Y si probamos? Tras un incómodo silencio, la chica más atrevida sacó un folio en blanco de su mochila y comenzó a escribir letras en forma de circunferencia, todo el abecedario... Poco a poco, fue convenciendo al resto a probar, ver qué pasaba...  Miraron a su derecha, los raíles del tren y pensaron que era el mejor lugar, apostando a que más de una persona habría muerto allí, arrollado por el tren.


¿Habría algún fantasma cerca de los raíles?

  Ellas saltaron aquella valla y se sentaron muy cerca del paso del tren. Tomaron asiento y terminaron de dibujar aquella tabla de ouija improvisada con un papel y bolígrafo. Sacaron una moneda y las cuatro chicas pusieron un dedo sobre ella. Sonó alguna risa nerviosa, otra rechistando que era una chorrada, fantasías, pero un silencio sepulcral se creó cuando notaron algo en la yema de sus dedos, un temblor de aquella moneda. Podían sentir una vibración. Tenían miedo, nunca antes habían jugado a aquellas cosas. La más atrevida lanzó una pregunta al aire, preguntó si había alguien allí. La moneda tardó en moverse, arrancar, pero fue cogiendo un lento movimiento hacia el lateral superior derecho de aquel folio, donde habían dibujado la palabra "SI". La chica más asustadiza dijo de irse, dejarlo ahí, que no debían jugar a aquellas cosas, pero demasiado tarde. El resto de sus amigas ya estaban demasiado embriagadas con la respuesta, una posible respuesta desde el mundo de los muertos.
  Varias preguntas se sucedieron. La moneda respondía con mayor velocidad, moviéndose de un lado a otro entre las letras, formando palabras que construían oraciones. La entidad que contactó con ellas afirmó ser el alma en pena de una niña de diecisiete años que se había suicidado allí mismo, echándose a las vías cuando vio un tren acercarse. Les contó que había tenido una discusión fuerte con su madre y estaba muy nerviosa, que se arrepentía de haberlo hecho. Aquel espíritu respondía al nombre de Clara.

  La tarde llegó a su fin, comenzó a oscurecer y mis amigas tenían miedo a continuar hablando con los muertos casi sin luz, a oscuras. Hicieron bien en preguntarle a Clara si se podían marchar y les dijo que sí. Ellas les prometieron que volverían al día siguiente.
  Así, lo hicieron, durante tres tardes consecutivas en las que el espíritu les habló de cómo había sido su vida, lo mucho que echaba de menos estar viva, pedirle perdón a su madre por la discusión y haberse quitado la vida. Clara les hizo saber que se sentía menos sola con ellas. Les pidió que no dejaran de visitarla, que se sentía muy sóla. No todas se atrevieron a prometer, tenían miedo. Les asustaba que todo aquello fuese real, que una chica muerta hubiera entablado una amistad con ellas. Ellas les pidieron algún tipo de prueba a Clara de que ella realmente hubiera existido. Clara respondió al instante, a través de aquel folio con letras, acudid al cementerio y buscarme en el quinto pasillo a la derecha, diciéndole su nombre completo. Así lo hicieron, pero aquello no les restó miedo. Estaban frente a una tumba que coincidía con las fechas que el espíritu les había dado, tanto la edad que tenía cuando murió, como la fecha de su suicidio. Era tenebroso ponerle rostro a Clara, no había sido una chica muy agraciada en vida. 



   Mis amigas dejaron de sentir ganas de saber de ella. Ver aquella tumba, tener la certeza de que Clara había existido y que ahora era una muerta comunicándose con ellas era demasiado. Debían de parar ahí, pensaron. En el cementerio de mi pueblo, frente a la tumba, acordaron entre todas no volver a aquel lugar donde Clara había decidido matarse. Si no hacían espiritismo, ella no podría contactar con ellas, se rompería la comunicación... Eso pensaron mis amigas...

  Sólo tres días después de aquel pacto, comenzaron a suceder los sucesos extraños. A las cuatro chicas, les ocurrieron a la vez. Comenzaron siendo muy leves, una extraña sensación de sentir un pañuelo invisible que rozaba sus mejillas cuando se iban a dormir. En ocasiones, creían sentir cómo el colchón se hundía levemente, como si alguien se sentase en el borde de sus camas cuando se iban a dormir. Eran cosas que nunca antes habían sentido. A medida que pasaron los días, los sucesos comenzaron a ser más obvios y lejos de tener una lógica explicación.
  Cuando el despertador sonaba, salían de la cama y se arreglaban para ir a clase, todas ellas descubrían que alguien había vaciado sus mochilas en el suelo. Todos los libros, apuntes, bolígrafos habían sido esparcidos por el suelo. No había duda, todas pensaron en Clara. En los descansos entre clase y clase, sólo sabían hablar de aquel tema. Estaban muy aterradas, temían que ese espíritu estuviese molesto por ya no tener compañía, ni visitas... 
  Clara fue asustando más a las chicas. Unos días más tarde, el teléfono móvil sonó a las cuatro de la madrugada en cada una de las habitaciones. Era la época del inicio de los teléfonos entre adolescentes, así que ellas dormían con el móvil bien cerca de la cama. Aquella llamada les despertó, cada una recibió una llamada perdida de una de ellas. Como si de una cadena se tratase, todas recibieron una llamada de una de ellas, sin que ninguna hubiera tocado el teléfono en toda la noche. Era Clara, estaban convencidas.

  Estaban muy asustadas, tenían mucho miedo a que aquella chica muerta se les apareciese, les diese un buen susto. Sabían que Clara no iba a parar hasta que ellas regresasen allí, volvieran a pasar la tarde con ella. La más valiente de todas les dijo que debían hacerlo, hablar con Clara y pedir que las dejase en paz. No todas fueron capaz, una de ellas tuvo una crisis de ansiedad de todo el nervio acumulado de esas noches en los que había incluso sentido un sollozo desde el fondo de la habitación. Sólo dos de las cuatro se atrevieron a regresar, volver a dibujar un abecedario en un folio y comunicarse con Clara. Ellas le hablaron en voz alta, le pidieron que las dejase en paz, que estaban muy asustadas. Les pidieron que se fuera al ver cómo la moneda volvía a moverse, casi gritandoselo. La moneda comenzó a moverse como nunca, alcanzando mucha rapidez, creando circunferencias que no cesaban, parecía malhumorada. Las dos chicas pasaron mucho miedo, temían ser dañadas por aquel espiritu acosador. ¿Hasta dónde sería capaz de llegar Clara por mantenerlas cerca? Tras unos minutos perturbadores en los que la moneda no parecía tener rumbo fijo, el espíritu pareció querer darles un mensaje... una frase que perturbó a las chicas...
 "traedme amigas"

  Sólo una de las cuatro chicas admite lo que sucedió después, dos de ellas cuentan la historia afirmando que Clara se cansó de molestar, las dejó en paz y la otra chica aún se pone nerviosa para hablar de este suceso. La más honesta del grupo y con una expresión de arrepentimiento me confesó lo que hicieron para librarse del espíritu de Clara. Las cuatro amigas hicieron un último pacto, algo que prometieron nunca contar a nadie. No querían hacerlo, pero estaban demasiado desesperadas y asustadas. Ellas siempre habían sido muy populares entre el resto de la clase, eran las "guays" y muchas otras chicas eran las que querían ir con ellas o, al menos, mantener una breve conversación con esas chicas.

  Habían dos chicas en mi clase que siempre iban juntas, muy diferentes a este grupo de chicas, sólo hablaban entre sí, casi nunca se relacionaban con el resto. Solían caminar por los pasillos del instituto con timidez, sin casi atreverse a mirar al resto de sus compañeros... Maliciosamente, pensaron en que estaban demasiado solas, que no les vendría bien una tercera amiga... alguien con también muchas ganas de relacionarse, hablar... aunque estuviera ya pudriéndose en el cementerio... 
  Durante un par de semanas, las cuatro chicas se acercaron a estas jóvenes, fueron amables con ellas y les invitaron a beberse un refresco de bote con ellas en el parque que había frente a mi instituto. Ellas, muy sorprendidas por aquel cambio de actitud, acostumbradas a que siempre les hablasen con odio o indiferencia, aceptaron. Durante un par de tardes como tregua, en aquel parque, fueron ganándose su confianza para llegar a hablarles de Clara... les contaron que una vez probaron a hacer espiritismo frente a las vías del tren y contactaron con una chica... Le vendieron la historia, la edulcoraron y consiguieron lo que esperaba, despertar la curiosidad de aquellas chicas... Días más tarde, volvieron a pasar de ellas, pero habiendo conseguido lo que esperaban... Desde lejos, sólo una semana después, estas dos jóvenes empezaron a faltar a clase y las vieron allí, al lado de los raíles, en silencio, con la cabeza bajada y centrando su atención a un folio con las letras del abecedario, el "si", "no" y el "adiós"....




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                                           si te atreves...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De verdad le sucedió a amigas tuyas?? Sólo de pensarlo me da escalofríos. Leyéndolo me he tenido que girar dos veces y ver que no había nadie....
Magnífico blog. Sigue así.
Yolanda RRHH

Salva dijo...

Sí... y me costó lo suyo que esas personas volvieran a hablar de aquello, la verdad es que fue una historia muy fuerte... y más a esas edades, cuando les pedí permiso para hablar sobre esto, alguna incluso se lo pensó...